miércoles, 4 de diciembre de 2013

Un regalo para vosotros- Los dos primeros capítulos

¡HOLA!!!!!
Hoy es mi cumple. ¡25 ya! parecía que nunca llegarían.... pero no los puedo devolver jajaj. Y como hoy es mi cumpleaños ¡quiero haceros un regalo!

Los primeros dos capítulos de mi libro Días....sólo un instante. 
¡Espero que os guste! y si queréis podeís uniros al Facebook y seguirme en twitter @Noelia_F_G




Cuando una relación se acaba siempre están ahí los amigos, esperando con los brazos abiertos para recoger nuestros pedazos deshechos y ayudarnos a unirlos para poder volver a creer y más tarde
recogerlos de nuevo.
¿Cómo de grueso puede ser el hilo que une a dos personas?¿Como el filo de un cristal?
En el amor y en la guerra dicen que todo vale y que no hay dos sin un tercero y que tampoco dos se unen si uno no lo desea.
El amor da pie a la pasión y al deseo.
El deseo desata pasión, lujuria, desenfreno y el juego más peligroso:
los celos.
Los celos, peligro con lo que hace tiempo concluí que los lazos afectivos de una amistad son mayores que los de una relación. Estos dan paso a la envidia.
La envidia llama a la codicia.
El querer a veces algo en tiempo ya pasado es tren pasado.
Una botella de cristal voló sobre mi cabeza. La vi salir a flote luchando contra las mareas, defendiéndose por no hundirse. Defendiéndose para que el mar no la tragara, mientras yo veía cómo aferraba el mensaje que portaba en su interior.
Ya no la he vuelto a ver.

1

Entre semana cae la noche. El destino ha querido que hoy sea así.
Miércoles. Hoy es más peligroso. Menos gente en las calles significa más policía para ellos. Eso les pone aún más. El peligro les excita. Por sus venas fluye la energía desenfrenada.
Un lugar conocido por todos, como tu calle, tu barrio... Un lugar en el que seguro has estado, pero que cuando la luna sustituye al sol es como el club más clandestino que puedas imaginar y encontrar. No todos entran y no todos los que entran salen.
Decenas de almas llenas de fuerza y vitalidad se reúnen sedientos en busca de otros quehaceres que no encuentran en su día a día, haciendo de él un día tras otro más aburrido que el anterior, entrando
en una monotonía que hace que sus vidas pierdan cualquier sentido de existir.
En la calle silencio. Solo se escuchan rugidos de diferentes motores seguido de risas de algunos de los allí reunidos. Motos que queman asfalto. Coches que presumen de equipamiento. Todo es
poco.
Al silencio se le une la música procedente de los coches que se hallan con las puertas abiertas para animar un poco más el ambiente, por si no lo está lo suficiente… Algunos más lujosos con las últimas
novedades en neones o altavoces, y otros más antiguos traídos al presente o llevados al futuro con ayuda de algo de chapa y pintura, pero todos en busca de exhibición y quién será el que esta noche les haga ganar un pequeño o algo más grandioso pellizco de pasta.
Algunos bailan al ritmo de la música iluminados por los focos de los coches haciendo de la calle un lugar que podría pasar por una discoteca de verano.
Algún que otro se apoya sobre su moto mientras tontea con alguna chica y hay quien incluso, consigue a la chica. Todo siempre depende de cuál sea tu fama, reconocimiento y de lo que corra o no
tu coche o moto.
¡Recuerda!, no solo a los tíos les pone el mundo del motor y la
velocidad.
Otros grupos beben mientras se lían cigarros y alguna que otra sustancia menos legal para fumar o quién sabe qué. Entre ellos suelen animar a algún colega para que haga la siguiente ronda. Estos casi nunca corren.
¡Mejor!
PRIMERA LEY DE PARTICIPACIÓN
Se corre limpio.
Algunos van por primera vez para ver qué es lo que se cuece y a ver si es verdad todo lo que se habla de estas quedadas. No siempre es cierto. La gente lo exagera. Es más lo que se cuenta, y no a todo el mundo asombra, pero sí que tiene algo que se pega a todo el mundo aunque solamente vayan a mirar.
Otros algo más experimentados buscan poder lucirse en las rondas para ir adquiriendo poder y respeto. Algunos tendrán la suerte de correr rondas en las cuales habrán apostado dinero por ellos. Si ganan, ganan la confianza del que confió en ellos y algo de dinero si la gente lo confió en la persona indicada. Si pierden... ¡harina de otro costal!
Y en la categoría reina, los experimentados, aquellos que ganan casi todas las rondas. Casi todos sueñan poder correr en contra de ellos, pero nadie se anima a hacerlo. Tan solo tienen suerte, o no tanta, aquellos que suelen elegir ellos para retar; estos casi nunca ganan. Saben que perderán pero han sido elegidos.
Dependiendo de la suerte y su habilidad algunos ganarán y serán aclamados y vitoreados. Otros... tendrán que esperar la suerte.
Hay una cosa clara, da igual cuál sea el motivo por el cual acudas, al final todos vienen por el mismo motivo: buscar las emociones que les faltan en sus vidas tan apagadas, simples, insignificantes y
aburridas.
Pero lo más importante es que todos, sin excepciones, bien sea en el asfalto o entre el público, logran encontrar la adrenalina que les mantiene vivos. Que les mantiene despiertos. Una droga que una vez que la prueban les engancha a regresar una y otra vez. Una vez que la pruebas, ¡tú!, ya eres uno más de los nuestros.
BIENVENIDO y SUERTE


2

Una noche más. Una nueva carrera dará comienzo ante el peligro que saben que corren.
Miércoles. La gente está en sus casas. Calles desiertas, sin afluencia de gente, excepto ellos. Corredores que echan a volar sus mentes junto a sus motos. Gente que necesita poner un punto de excitación en sus aburridas y miserables vidas. Hasta al menos pensado y al más reputado puedes encontrar en sitios así.
Ojos luminosos, distantes, alegres, tristes, miedosos, atentos, con recelo, miradas que retan... Cerca de la línea de meta, entre muchos otros, dos ojos observan desde el comienzo de la jauría con gran expectación lo que allí se mueve.
Carrera femenina. Ahora es el turno de ellas. Dos chicas son las afortunadas para poder exhibirse. Desde la línea de meta puede verse cómo se alejan tras la bajada de dos extrañas banderas que indican el comienzo de un sinfín de posibilidades.
Una Aprilia de color morado y a un costado suyo, tan solo a unos centímetros de separación, un modelo menos visto, una Minelli Phoenix. De estas se ven muy pocas. Para alguien entendido en el asunto,
¡una joya!
Las motos también son un mundo de chicas y, aunque ellos no lo reconozcan, les excita ver a una chica sobre dos ruedas a 100, 120, 130... y aumentando. Claro, que nosotras no somos menos, nos pone el mundo del motor. Una buena moto o un coche con una buena carrocería, con unas ruedas gruesas, un tubo de escape que sí se oiga... Somos más parecidas a vosotros de lo que pensáis.
Mientras desaparecen, la fiesta sigue en pleno auge. Cerca de la línea de meta en una Yamaha de color rojo se apoya un chico de ojos verdes y algo rasgados. Uno de esos chicos morenos que cualquier chica miraría dos veces por si la primera vez no le quedó clara la visión. Su musculoso brazo rodea tomando por la cintura a una chica que mira hacia el horizonte por el cual desaparecieron las motos.
Tu hermana te acabará ganando algún día —comenta el chico a la chica que tiene todavía tomada por la cintura.
Ella, aferrada al brazo de él, permanece concentrada en el horizonte esperando a que alguna de las dos motos regrese triunfante al punto de partida. Su pelo liso del color de la manzanilla ondea en el aire. Demasiado concentrada para que el pelo no la moleste en la cara y no oiga a su compañero.
Eoooooooooooo, Samy, ¿estás ahí?
El chico inclina la cabeza hacia ella mientras le pasa la mano por delante de los ojos, y es ahí en ese momento cuando ella reacciona.
Perdón, pero no te he oído —no muestra mucho interés a pesar de no haber oído nada. Su cabeza está junto a una Aprilia morada. Junto a su hermana—. ¿Dijiste algo? —pero devuelve su mirada a aquel horizonte lleno de incertidumbre, lleno de nada.
Esto dije —la gira hacia él tomándole la cara a la vez que él aproxima sus labios hacia los suyos y le da un beso muy suave—: no te preocupes por Fanhy.
Ella le da un beso apenas rozándole los labios. Efecto rebote. No tiene tiempo ahora de jugar.
No estoy preocupada por ella —a pesar de querer mostrar seguridad, no lo consigue. Vuelve de nuevo a mirar hacia aquel horizonte ciego de sonido, ciego de cualquier foco procedente de alguna moto, de cualquier rugido que no proceda de aquel bullicio descontrolado en el cual se encuentran ambos...
Ah, ¿no? Pues deja de mirar al horizonte a ver si llega ya —toma su cara de nuevo para que le mire los ojos —tu hermana sabe cuidarse de sobra.
Y no digo lo contrario. ¡Lo sé! —responde con tono distante mientras que con ayuda de su mano se desprende de la de él girándose nuevamente—. Pero tengo derecho a mirar si llega. Es su segunda carrera, ¿sabes? Creo que debe de tener más honestidad y ser más precavida. Va muy rápido. Tiene demasiada prisa en crecer.
Sí, y viene pisando fuerte.
¿Fuerte? Tú mismo sabes bien cómo puede ser Hannah o se te olvidó ya...
Vale, perdí contra ella —aquí no hay reglas sobre contra quién correr, puedes correr con quien desees, da igual el sexo, el color, nacionalidad...—.Solo admite, ¡tu hermana es cojonuda!
Fanhy tiene todo lo que debe tener un corredor nato, alguien que lleva años corriendo y no un principiante, eso es cierto. Es fría, calculadora, hábil en la moto y no teme a la velocidad ni al caerse, pero lo más importante cuando corre... cuando corre solo tiene vista para la carretera y oídos para su moto. No se preocupa de qué hace su rival, solo por ella, absolutamente nadie más, y eso en el fondo me da miedo —guarda silencio durante unos segundos—. No tengo miedo a que pierda, sino a que se caiga del barco y se haga daño por querer avanzar tan rápido...
Si a todo eso le sumas que tan solo es su segunda carrera... Sí, sin duda alguna tu hermana te acabará ganando algún día —añade, quizás con algo más énfasis de lo que debiera.
Como un rayo Samy se quitó las manos de él de la cintura, separándose de él, y cruzándose de brazos. Le miró desafiante. ¿Sería buena esa mirada?
¿Qué fue lo que dijiste?
Exige saber inmediatamente. Sus oídos han escuchado perfectamente lo que Pablo ha dicho, pero quiere ver hasta dónde llega su valor.
Venga, no te irás a enfadar.
¿Lo puedes repetir? Creo que no escuché bien —insiste.
Él con una sonrisa esbozada en su cara se ríe mirando hacia otro lado y se separa un poco de su moto mientras comienza nuevamente a mirarla. Da un paso para que la distancia entre los dos sea menor. Samy da también un paso, pero en contra, para seguir guardando la mirada y la distancia que buscó. Tampoco es que hubiera mucha distancia entre los dos. La justa para desafiar y conseguir lo que pretende.
¡Repítelo, Pablo!
Algún día... Ay, no, por favor, que tengo miedo —sin dejarse intimidar la desafía. Ella deja de sonreír, él le sonríe pero ella le mira con una mirada más penetrante, más fría, matadora, seria y segura con otro plan—. ¡Tranquila!, algún día tu hermana —desafiante ella da un paso acortando la cercanía que antes buscó— ¡te ganará!
Descruza los brazos. Con la mirada fría y seria, atravesándole. En un gesto rápido le agarra el rostro con las dos manos. Se aproxima a él perdiendo aún más esa pequeña distancia, quedando a escasos milímetros de sus labios. Se aproxima un poco más, saca su lengua y como si fuera un gato lavándose, le lame desde la barbilla hasta la punta de la nariz, pasando por los labios.
Pablo hace tentativa de besarla mientras la agarra por la cintura y la aproxima hacia él. Casi por completo a él. Ella, juguetona, quiere pero no quiere. La situación le divierte. Inclinando un poco la espalda hacia atrás retira su cara. Suelta su cara y le sonríe con astucia y picardía, con una mirada casi igual a la de un niño pequeño cuando hace algo que sabe que está mal. Pero algo que desea.
Así que mi hermanita será mejor que yo algún día... Pues que sea ella quien acabe ese día lo que yo comencé.
Está cerca de conseguir lo que pretende. Intenta soltarse de sus brazos, que ahora parecen dos enormes garras haciendo presión hacia él para que no pueda huir.
No seas así, Samy. ¡No me puedes hacer esto!, por favor.
Pero si ella es mejor que yo —acorta distancia—, o ¿no? — vuelve a haberla. Sabe que se la juega. Una partida de póker con las cartas en la mesa. No hay posibilidad de pedir más cartas, ni más
rondas, están todas repartidas. Puede levantarlas y salir escalera o pareja de reyes. Las levanta...
Será mejor solamente si tú la enseñas.
Eso está mucho mejor. Creo que empiezas a comprender.
Correría contra ti mil veces, y perdería las mil.
Tampoco hace falta que me hagas la pelota.
De repente adiós a la distancia por la cual tanto luchó, y emergen de ella besos apasionados y eufóricos, como si estuvieran solos. Solos en un cuarto los dos, con el latir cada vez más fuerte de sus corazones, bombeando su sangre hacia alguna parte de su cuerpo que les adormece parte del cerebro.
Samy, vámonos a otro sitio.
Estás tonto.
Por ti —susurro entre labios que se tocan y palabras que cuesta entender.
¿Y tu carrera?
Da igual. Puedo correr más tarde u otro día. Vamos a tu coche y dejemos todo esto de lado.


Alguien llega con nerviosismo y les interrumpe una conversación que no les iba a mover de ahí, al menos no por ahora, no hasta que finalice la carrera.
Eh, que se las ve ya venir a lo lejos.
Inmediatamente ponen punto y final a ese momento tórrido de pasión.
¿Se ve quién va ganando? —pregunta Samy algo más tranquila que hace un rato.
Creo que va un poco más delante la que va a la derecha, pero con tanta distancia no distingo muy bien.
¡Mierda! —dice Pablo.
¿Qué pasa? —todo lo que estaba haciendo deja de importar. Los nervios vuelven a ella como si nada, o quizás es que nunca se habían ido.
Pues que tu hermana iba en el lado izquierdo.
Yo me voy para el punto de salida —piensa que por arte de magia, cuando sus ojos puedan atisbar las motos, todo cambie y sea Fanhy quien entre primera.
¡Espera!, voy contigo —responde Nico, hermano mayor de
Fanhy y Samy.
Nerviosos los dos acuden corriendo al punto de meta, o el punto de salida donde aguardan los ansiosos que apostaron dinero desde el comienzo de la misma. Otros, como Pablo, prefieren quedarse en el sitio, sentado sobre su moto, pero nunca solo. Cerca las chicas no pueden evitar el mirarle, se eclipsan con sus ojos. Es raro encontrar alguien con esos rasgos y esos ojos. ¿Su cuerpo? No está nada mal, para algo lleva tiempo yendo al gimnasio y alimentándose a base de proteínas.
Las chicas sueñan con tenerle pero saben que tiene perro, y Samy es una rival fuerte, aunque también las suele haber atrevidas que aprovechan la oportunidad cuando está él solo para arrimarse. Como en esta ocasión que, sin hacer caso de las miradas de alrededor, a su lado se coloca la novia de Nicolás, siendo la envidia de todas las allí presentes.
Debe de ser muy difícil rechazar a tantas chicas cuando no está tu novia delante. ¿Me equivoco? —ella no habla por hablar, saben que les miran demasiados ojos, pero también está marcando el terreno a favor de Samy, evitando que nadie ocupe su lugar, aunque ella lo ocuparía encantada.
Es difícil ser delfín entre pirañas.
¿Perdón?, ¿mi qué? —la mira. Le suena de algo pero no sabe de qué, al fin de cuentas está acostumbrado a roer con demasiadas mujeres...—. Ah, vale, ¿te refieres a Samy?
Claro, ¿a quién si no? Tengo entendido que estáis juntos. ¿O tengo mal la información?
Oye, nunca te he visto por aquí. Tú eres...
Ana, la novia de Nicolás o Nico.
¿Nico? —no le suena de nada.
¡El hermano de Samy!
Ah, joder, es que por Nico nadie le conoce —se ríe libremente—.Sobre lo de estar juntos, digamos que estamos bien como estamos. No sé si comprendes.
Entiendo, compromiso sin etiqueta. Claro que supongo que eso debe de ser difícil cuando las chicas parece que se muerden entre ellas por limpiar el suelo que pisas —ella ni corta ni perezosa abre su brazo haciendo un abanico señalando a su alrededor—. Bueno voy a ver si es el día de Fanhy. Adiós.
Venga, que vaya bien, guapa.
Otro caradura suelto por la calle. Son así por naturaleza, no se les puede cambiar. Chulos. Pero lo peor de todo es que la chulería les hace grandes. Nos gusta esa chulería, ese pasotismo, el marcarles ante las demás. “¡Es mío! Atrévete si tienes huevos”. Nos hacemos también junto a ellos, y eso les crece más.


Entre la gente se empiezan a escuchar comentarios: “La de la derecha va ganando”. “Se ve algo morado con ligera ventaja”. “A la de la izquierda aún le queda potencia”.
<<Vamos, Fanhy, ¡tú puedes! —se dice Samy con todas sus fuerzas para sí misma—. ¡Pisa un poco más!>>. Cruza sus dedos. Reza aunque no cree.
Le falta experiencia todavía.
Nico, es su segunda carrera, nadie nace sabiendo.
Están ya casi en la meta. Cinco metros. Dos metros. Un metro. Una rueda negra pasa por la línea de meta. A un costado, ni por milímetros, tan solo milésimas de segundo, cruza una segunda rueda. El comienzo de una moto de color morada. Fanhy ha perdido. Samy se lleva las manos a la cabeza al igual que la gente que había apostado a favor de Fanhy pensando que les haría ganar dinero como lo hacía Samy. Rápidamente deja caer sus brazos y es la primera en salir corriendo hacia la moto de su hermana. Nico y Ana hacen lo mismo y la siguen.
¡Lo siento! —dice Fanhy mientras se retira el casco y agacha su cabeza.
¿Por qué? No tienes que disculparte ante mí.
Fanhy sigue con la vista hacia abajo, agachada, triste y rabiosa por perder. Ya no se cree buena para quemar el asfalto. Siempre seguirá siendo la típica segundona.
¡Escucha! —le exige Samy—. Has estado espectacular y tan solo es tu segunda carrera, te queda mucho por aprender y, a pesar de ello, un poco más y ganas.
Sí, ¡pero he fallado!
No siempre se gana. Hay que estar preparada para las derrotas también ya que las mismas nos preparan para las victorias.
En la derecha se para una moto. Es una Minelli. Es la otra corredora. Se quita el casco y se dirige a Fanhy.
Enhorabuena —le extiende la mano. Fanhy se la acepta.
Enhorabuena a ti.
Levanta ese ánimo, novata. Sí, lo hice, por muy poco. Tienes mucho nivel, ¿sabes? Suelo retar a gente que empieza apenas acaba de venir y quieren una oportunidad y no me cuesta nada ganar. Pero sin embargo tú me lo has hecho pasar mal.
¿En serio? —no la cree. <<Encima de haber perdido tengo que aguantar su sarcasmo>>.
Me lo has puesto muy difícil. Ya no te retaré más. Estoy segura de que la próxima vez serás tú quien me rete, y como continúes así habrá que mirarte con cuidado. ¡Samy! Ándate con cuidado que tú hermana no pisa nada suave —pero nunca pierde la sonrisa.
Lo sé, gracias —responde Samy con una sonrisa de oreja a oreja, orgullosa de su hermana.
Solo decir que he temido...
Es sincera. Por un momento vio su carrera perdida a cuenta de un reto. La chica se vuelve a poner el casco y se mete la mano en el bolsillo. Saca algo de él y se lo da a Fanhy.
Esto es tuyo, Fanhy.
Fanhy lo recoge y le da las gracias sin mirar qué es. Antes de que se pare a mirarlo la Minelli desaparece. Su lugar es ocupado ahora por Nico y Ana.
¿Qué te ha dado Hannah? —le preguntan al unísono Samy y Nico.
50 euros —Fanhy los mira con atención.
Pues Hannah no se habrá llevado mucho más de lo que te dio. La mayor parte de las apuestas eran por ti.
Pero es su premio, ¡no puedo aceptarlo!
Piensa que siempre le tocará vivir con la cruz de su hermana Samy a sus espaldas. La creen igual que ella o incluso mejor. Solo apuestan dinero por ella y por ser hermana de Samy y eso no la gusta en absoluto. Ser hermana de... ¡Bonito!, pero no un ejemplo a seguir.
Puedes y debes —responde Samy—. Hannah suele hacer eso cuando convence a gente novel para correr y pierden, es su manera de darte las gracias por haberle dado una victoria más junto al único recuerdo que posee de su padre.

SEGUNDA LEY DE PARTICIPACIÓN
Si eres novel, solo puedes retar a otros noveles.
TERCERA LEY DE PARTICIPACIÓN
Si eres novel, no eliges, te eligen y estás obligado a correr si un rey te elige.

Pablo decide dejar su lado solitario en la pecera llena de piraña y cambiarlo por la gran masa de gente que hay en la línea de meta. Esquivando y saludando a gente entre la multitud desenfrenada se acerca a Fanhy para hacer uso de su gran humor, el cual alguna veces puede ser detestable debido a que se cree el mejor.
Fanhy, Fanhy, Fanhy, mira que estuve a punto de apostar por ti el dinero que gané el otro día. ¡Me hubieras hecho perder! Mal.
Por si fuera poco pone esa cara que te dan ganas de golpear al instante. Una mirada triste acompañada de una sonrisa que muestra superioridad, ser mejor que tú, que sin decirte nada te está diciendo: ¡Ya te vale! ¡Te lo dije!”.
Ja, ja, ja, ojalá te caigas de la moto —no pierde la sonrisa, como él, aunque le haya gustado lo mismo que un grano en el culo que pica en mitad de la calle y, para joder más, no lo puedes rascar.
Shhh, te perdono lo que has dicho porque sé que quieres que gane —esboza una sonrisa—. Además, ¡Samy! ¿Qué te decía yo hace un rato de tu hermanita?
¿El qué? No recuerdo.
Samy sabe muy bien cómo hacerse la tonta sin entrar en detalles.
Ah, ¿no? Fanhy, pues lo que le comenté es que como siguieras así, a este ritmo en poco tiempo... —una palmada en el hombro le interrumpe.
Serás mejor que Pablo —con tono cortante y una mirada gélida—.¿O ahora te ibas a rajar y no decir lo que me dijiste? —y por si algo no pillaba, le muestra la lengua sutilmente con picardía, mojando parte de sus labios, refrescando rápido la mente de él, volviendo unos instantes atrás, en un momento de hace unos minutos que no acabó todavía y pretende no dejar ahí.
Exacto, eso justo le dije —y con una sonrisa guiña un ojo a Fanhy deseoso de lo que le deparará la noche...
Fanhy sonríe fingiendo estar algo más relajada, algo más tranquila y animada, aunque no la engañan, sabe que eso no es exactamente lo que habían hablado, pero como tampoco se va a enterar de qué era lo que de verdad habían hablado, mejor creerlo y asumir algo que no es cierto.
Venga, cobardes, ¡id ahuecando el ala!
Como siempre Pulpo con su chulería hace acto de su presencia. Él es el anunciante de las rondas. Con su megáfono en mano se pone en línea de meta y llama a los siguientes participantes. En caso de que haya algún reto es el encargado de anunciar el día y la hora. También es el encargado de tomar las apuestas a la gente. ¿Por qué Pulpo y no otro apodo? Siempre está rodeado de chicas, casi siempre jóvenes. Su labia las atrapa como las ventosas de un pulpo y en casi todas las carreras siempre se marcha con un ligue, sobre todo en las que corre, que no son muchas, pero no lo hace mal del todo. Solo le falta un poco de limpieza en su juego, por ello son muy pocos los que se atreven con él. En cuanto al físico... lo único que tiene bien es el culo que enseña con ese pantalón caído que ahora está tan de moda... Mejor cambiamos de tema. Va a resultar que a las chicas en realidad les pone más de lo que parece la velocidad y las dos ruedas. O eso o es su colonia. ¡Lo dudo!
Bueno, yo me voy a casa —apunta Fanhy.
Quédate a verme y luego te vas con ellos.
Se sabe que vas a ganar, no como yo —sus ánimos siguen en recesión.
Comienzan a retirarse todos de la línea de meta. Pablo va hacia su moto para poder situarse en la salida. Nicolás, Ana, Samy y Fanhy se van hacia el coche, aunque esta última no muy contenta con su resultado. Pero Pulpo agarra del brazo a Samy.
¿No corres hoy? —le pregunta Pulpo.
No.
No me caes bien”. Eso es lo que le hubiera dicho in situ desafiante y cortante.
Por cierto, Fanhy —ella se gira para verle, él le lanza una sonrisa junto con un guiño—, lo has hecho cojonudamente.
Gracias —finge entusiasmo. Se la suda lo que le pueda decir alguien como él, lleno de falsedad. Sigue su camino y sin esperar a los demás se marcha de allí montada en su moto.
¡Ni lo pienses! —le dice con intensidad y en un tono bajo para que el resto no se entere—. Reconozco esa mirada. ¡Úsala con ellas! Mira todas las chicas que tienes aquí hoy y todos los días, úsalas cuando y como quieras, pero con mi hermana no quiero ni un solo flirteo. A ella la respetas. ¿Has entendido?
¡Tranquila!, solo la estaba felicitando —deliberadamente le sonríe mientras le guiña un ojo. Algunas veces es una pena que te conozcan demasiado...
Pues eso.
Se quedan unos segundos serios, con la mirada clavada en los ojos del otro con frialdad. Con la suya ella dice: “No te atreverás”; él: “No me retes”.


Unos metros más allá Pablo se mueve subido en su moto muy despacio, entre la gente, llevando el casco entre las piernas. Cerca hay un grupo de chicos que son amigos suyos. Algunos están apoyados sobre su moto y otros sobre sus coches aparcados, de los cuales sale música. Otros montan detrás a una chica; tienen suerte, sus motos últimos modelos de diversas marcas deslumbran lo suficiente para atraer al público femenino hasta ellos.
Ese Pablo —salta uno de ellos que, a primera vista, en lugar de sujetar la moto, es la moto quien lo sujeta a él—, eres el mejor. Has vuelto a ganar. ¡Soy tu ídolo!
Todos tienen un saludo para él. Cada uno a su manera. Pablo se queda mirándolo perplejo y partiéndose de risa.
¿Pero qué le pasa a este? Lleva una de las buenas.
Le ha dejado la novia.
¿Pero no se había tirado a la hermana?
¡Claro!, ¿y por qué te crees que lo ha dejado?. Jajaja. Hay que ser un maestro para seguir vivo.
Shhhh. Yo la he dejado a ella —se defiende como puede mientras intenta no perder el equilibrio que le queda.
Desde luego si te follas a mi hermana yo no te dejo, ¡te parto la cara!
Empiezan a reír todos sus colegas, pero el ego de hombre también afecta a los borrachos y no puede dejar su vanidad de lado.
Y cómo le gustaba...
Anda, calla ya —le pide un amigo—. ¿Vas a correr hoy? —se centra en quien de verdad importa.
Pero ¿qué dices?, si Pablín ha corrido ¡ya! Y ha ganado, que lo he visto ¡yo! ¿Verdad, Pablín? —intenta moverse para alcanzar a Pablo pero no lo consigue.
¿Me ha llamado “Pablín”? Sí que está mal, el último que me lo llamó se llevó una tunda buena. Que conste que se la paso porque miradle cómo está —se parte el culo por ver a su amigo en ese estado—.
No sería nada divertido pegarme con él. ¡Demasiado fácil!
Justo en ese instante, como si de algo gelatinoso se tratase, cae de la moto al suelo.
¿Estás bien? —pregunta uno entre carcajadas.
Guille no se molesta en contestar, levanta su pulgar hacia arriba y empieza a dar palmadas al ritmo de la música del ambiente. Por si se reían poco, ahora casi estaban por los suelos de la risa.
Richi, necesito hablar contigo aparte —se alejan un poco del resto para hablar más tranquilos—. ¿Vas a correr?
No.
Necesito que corras contra mí.
Venga, tío, una cosa es que te guste dejar a los demás por el suelo, pero ¿a mí? Que soy tu colega de toda la vida...
Corro contra Iñaki. “Rayo” —le explica.
Iñaki es uno de los corredores más veloces. Ha participado en 67 carreras. Solo ha perdido una.
¡Lo tienes chungo, tío!
No te quiero dejar mal a ti —en eso no miente.
Pero quieres que pierda. Está claro que si no gana Rayo ganas tú. No hay más opciones.
Solo tengo opciones de ganar si tú corres junto a mí. Los dos juntos. Como en los viejos tiempos.
¿Y cómo puedo ayudarte?, ¿qué idea tienes? —pregunta algo perdido. Él debe perder, pero ¿y Rayo?
Yo corro de esquina. Tú también. Rayo en medio. De esa forma tú puedes ayudarme a sacarle ventaja cruzándote en su camino cuando demos la vuelta. Si gano vamos a medias con la pasta. ¿Te hace?
Necesito la pasta. Pero no es nada limpio lo que quieres. Un movimiento fuera de segundo y le puedo tirar de la moto...
El tiempo se mide en milésimas. Tan solo una más tarde de lo correcto puede suponer mucho más que una simple caída.


8 comentarios:

  1. Felicidades. Felicidades tanto por tu cumple como por tu libro.
    Besotes.

    ResponderEliminar
  2. Muchas felicidades por las dos cosas!! Tengo un problema en seguirte, me dice que lo intente más tarde, no sé que pasa, pero bueno, seguiré intentando!
    Besos y que cumplas muchos más!!

    ResponderEliminar
  3. Hola cariño :D

    Felicidades otra vez, espero que lo hayas pasado genial :P
    Gracias por dejarnos leer los dos primeros capítulos, yo ahora mismo voy con algo de prisa y no los puedo leer, pero luego me paso.
    Por cierto sigo sin poder seguirte :( pero hoy he dado para seguir a otro blog y si he podido, nose por que en el tuyo no puedo :( Seguiré intentándolo.

    Un beso enorme

    ResponderEliminar
  4. Hola!

    Enhorabuena por la novela!
    No me deja hacerme seguidora, nosé que ocurre. Lo intentaré más tarde

    Besitos

    ResponderEliminar
  5. Hola, he llegado gracias a otro blog a conocer tu novela.
    Intento seguirte pero no puedo :/
    Besos

    ResponderEliminar
  6. Hola wapa, no me deja seguirte en el blog, no me da opción, me dice que hay error o algo asi.

    ResponderEliminar

¡Ya has llegado hasta aquí! Ahora es el momento de dejar tu comentario. A ti no te cuesta nada, y ayudas al blog a ser grande.
Para temas de spam o publicidad : lilium.durmiendoentrepaginas@hotmail.es
Saludos